Bosquejo de las tradiciones de las etnias de Sonora

Primera parte

Tonatiuh Castro Silva

El tema es sumamente amplio, propio de una investigación colectiva de algunos años, para presentarse en una serie de volúmenes, por lo que debo aclarar que tuve el atrevimiento de escribir el artículo a petición (extraña) de la producción de un programa televisivo, que me solicitó una entrevista sobre el tema pero, a la vez, que previamente les entregara un texto con el contenido.

Las tradiciones sustentan a las sociedades a través del tiempo, al contribuir al establecimiento de la organización social –lo que les permite mantenerse integradas–, y a la vez les brindan rasgos propios, la identidad para diferenciarse de otras culturas. Son prácticas que se han realizado por siglos o milenios, que pueden referirse a la religión, al parentesco, a las actividades económicas o a otros aspectos primordiales en la vida de una comunidad.
Se suele confundir a las tradiciones con las costumbres, sin embargo, se pueden distinguir en cuanto que las primeras se manifiestan en actos particulares, especiales, periódicos (como una fiesta patronal, o una ceremonia vital, como el bautismo o el matrimonio), o en manifestaciones específicas, con formatos o protocolos estrictos, como la gastronomía, la música o la artesanía. En cambio, las costumbres son prácticas cotidianas en la acción individual definidas culturalmente, como la forma de saludar, los hábitos que establecen los roles de cada miembro de una familia –a quién corresponden determinadas labores domésticas, quién debe comer primero–, o de un centro de trabajo –que un jefe se exceda en su forma de tratar al personal, más allá de sus facultades reales–, la forma de convivir en una comunidad –como sentarse afuera de la casa por las tardes, para platicar con la familia o vecinos–, etc.
Así como puede haber tradiciones y costumbres que se caracterizan por la elevación individual o el bienestar general, también pueden implicar situaciones o relaciones interpersonales o sociales injustas, clasistas, homofóbicas, racistas o arbitrarias en otros órdenes en cuanto a la dignidad humana. En este caso, se puede considerar que las tradiciones y las costumbres contribuyen igualmente a la integración de la sociedad, pero de una sociedad culturalmente inequitativa.
En Sonora se encuentra una sociedad mestiza que en términos demográficos es predominante, a la vez que persisten siete etnias originarias, más otros grupos étnicos que se han asentado desde principios del siglo XX. En ambos sectores sociales existen tradiciones, que tienen en su mayoría un carácter religioso o espiritual.
En cuanto a la sociedad mestiza, la religiosidad católica ha implicado que cada “pueblo” o asentamiento rural tenga desde el periodo colonial una fiesta patronal que se ha mantenido. Además, hay periodos o fechas del año en los que se tienen tradiciones comunes con la mayoría de las etnias, como la Cuaresma y Semana Santa, o la Navidad.

Mujer comcáac.
Foto: Ricardo María Garibay.

Sin embargo, existen pueblos que no profesan la misma fe, siendo éstos los kwapak o cucapá y los comcáac o seris, cuyas poblaciones son mayoritariamente cristianas evangélicas –desde la década de 1950–, por lo que no comparten una gran cantidad de tradiciones con la mayoría de los pueblos originarios. Ahora bien, con independencia de las modalidades del cristianismo, en todos los pueblos persisten ceremonias y fiestas correspondientes con su cosmogonía y su ritualidad ancestrales; en el caso de los cucapá, persiste la tradición funeraria de la cremación, y en el caso de los comcáac las fiestas de año nuevo, canasta grande y pubertad. Además, en todas las etnias convertidas al catolicismo existen tradiciones prehispánicas que se manifiestan a través de ceremonias o fiestas, como la ceremonia víkita (de los tohono o’otham o “pápagos” ), el yúmare (o’ob o pimas), y la tuburada o tuburi, y la cava pizca (makurawe o guarijíos).
Es importante también identificar tradiciones precolombinas insertas en tradiciones de origen europeo, como las danzas y músicas de venado y pascola (de yoeme o yaquis y yoreme o mayos), que se presentan en ceremonias y fiestas diversas a lo largo del año, que tienen como sustento la liturgia católica.
Ligada a la vida religiosa se encuentra una categoría tradicional que puede contemplarse como elemento integral de los ceremoniales, o apreciarse por sí misma: la música. Tanto en las tradiciones cristianas como en las prehispánicas aparece la música, aunque con distintos géneros e instrumentación en unas y otras. En todas las etnias existen cantores tradicionales, quienes se acompañan de sonaja. En el caso de yaquis y mayos sus géneros musicales prehispánicos son más complejos, incluyen flauta y distintos instrumentos de percusión, como raspadores, tambor de agua y tambor. Pero, además, las fiestas de todos los pueblos, excepto cucapá y seris, cuentan con géneros de origen occidental, como los sones y el chotís, y con instrumentos europeos, como guitarra, arpa y violín.
Otros ámbitos tradicionales son la gastronomía y la artesanía, que igualmente tienen peculiaridades en cada uno de los pueblos originarios de Sonora.

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